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Moscú pone las cartas sobre la mesa en el tema de Ucrania y Donbass

Opinión política - 17.02.17 03:36

En vísperas de las negociaciones con Estados Unidos sobre la cuestión de Donbass, Serguéi Lavrov expuso la posición de Rusia sobre Ucrania. De hecho, Moscú propone a Occidente "cerrar el proyecto ucraniano" y devolverlo al lugar al que pertenece históricamente, a saber, a la zona de influencia rusa. Es difícil no notar la malicia en la observación, y que de lo contrario, el Kremlin está dispuesto a esperar y retomar esta conversación unos años más tarde.

El domingo, en una entrevista televisada en uno de los canales federales, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, hizo una serie de declaraciones importantes sobre una amplia gama de temas de política exterior. Entre los más notables se encuentran los relativos a la crisis ucraniana.

Se sabe que los combates en la línea de contacto en Donbass siguen siendo muy intensos y graves.

La retórica oficial de Moscú sobre este tema se caracteriza por una mayor dureza, lo que, a veces, se convierte en una ironía muy ambigua. Basta con recordar el reciente comentario del secretario de prensa del presidente ruso de que el Kremlin no está involucrado en el "recuento de municiones" de la milicia y sólo espera que "tengan suficiente munición para responder a las acciones agresivas de las Fuerzas Armadas de Ucrania".

Los puntos clave de la posición anunciada por el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia son los siguientes.

En primer lugar, se establece que la parte ucraniana es responsable del actual agravamiento de las hostilidades. Al mismo tiempo, se enfatiza que la escalada está provocada, en gran parte, por los batallones voluntarios que, de hecho, no están sujetos a las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU).

En segundo lugar, no sólo la actitud distante, sino también despectiva hacia las autoridades de Kiev, que se nota en el comentario sobre la ausencia de intención de Serguéi Lavrov de apelar a la conciencia de su colega ucraniano, Pavel Klimkin (y otros representantes del gobierno de Ucrania).

En tercer lugar, elimina de Occidente una gran parte de la responsabilidad de lo que está sucediendo. En concreto, el ministro de Relaciones Exteriores señaló la objetividad y la imparcialidad de la misión de la OSCE, que ya no puede «blanquear» los batallones de las AFU y los voluntarios. De hecho, el Kremlin está poniendo consistentemente una cuña entre Kiev y sus fuerzas de apoyo occidentales, mostrándoles la absoluta desesperanza del proyecto y el hecho resultante de que dejar el juego sería la solución más razonable en esta situación.

En cuarto lugar, el retorno a la idea de la descentralización de Ucrania como un método para resolver la situación. Curiosamente, hablando sobre ello, Serguei Lavrov no apeló a los Acuerdos de Minsk que otorgarían una amplia autonomía a las Repúblicas, sino a las propuestas hechas en abril de 2014, que, entre otras cosas, habían sido apoyadas por los países occidentales.

Al mismo tiempo, Lavrov señaló que si bien los contactos con la nueva administración estadounidense ya habían comenzado, los funcionarios del Departamento de Estado, con quienes sería posible debatir la situación en Ucrania, todavía no habían sido asignados.

De hecho, en sus declaraciones, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia expuso la posición de Rusia para el futuro trabajo con Washington sobre el tema de Ucrania (Lavrov dijo en la misma entrevista que sus conversaciones sobre Donbass con el nuevo jefe del Departamento de Estado, Rex Tillerson, están planificadas para celebrarse próximamente). Cabe señalar que esta posición es muy dura y se reduce a unos pocos puntos básicos.

En primer lugar, Ucrania es una zona de influencia rusa. Todos los demás están invitados a abandonar el proyecto que ha demostrado, en los últimos años, su futilidad, que sólo absorbe el dinero sin aportar ningún beneficio. En este caso, Moscú está dispuesto a "perdonar y olvidar" todos los problemas que se le han causado en esta ocasión.

En segundo lugar, Moscú resolverá el problema de Ucrania como mejor considere. La herramienta de la solución será la descentralización. Corresponde a Rusia decidir cómo va a terminar: o con la desintegración de Ucrania o con la reconstrucción del Estado sobre nuevos principios.

En tercer lugar, si Occidente (incluido Estados Unidos) no está dispuesto a aceptar las propuestas rusas, Moscú está dispuesto a esperar unos años más mientras continúan su "carrera para la comisión (rake)". Ese es el significado de la insinuación, totalmente clara (y bastante sarcástica), de Lavrov cuando mencionó la discusión de la primavera de 2014. Tres años de dura confrontación y varias provocaciones, y todas las partes han vuelto al punto original.

Moscú ha puesto las cartas sobre la mesa. Ahora, le toca mover ficha a Washington.

Irina Alksnis